Drácula de Bram Stoker (1992) podría ser la última película hecha con efectos convencionales de la vieja escuela. Eso es tan brillante y digno de valorar para siempre en la historia del cine. Un film dirigido por Francis Ford Coppola y a su vez siendo uno de los grandes éxitos cinematográficos de los años 90, además de tener una gran acogida por parte de la audiencia y la crítica, esta película supuso el gran relanzamiento de la carrera de Coppola después de finalizar la saga de El Padrino. En el reparto principal tenemos a grandes actores como Gary Oldman, Keanu Reeves, Winona Ryder, Anthony Hopkins, Monica Belluci entre otros. La visión de Coppola para realizar este producto cinematográfico con su propio estilo requirió de bastante esfuerzo por parte de todos los encargados de dar vida al film, un trabajo impecable con trucos y tecnicismos convencionales y sorprendentes, convirtiendo a Drácula de Bram Stoker en una película digna de analizar en muchos factores.
La película es una adaptación de la novela escrita por Bram Stoker en 1897, un clásico de clásicos dentro del género del terror y suspenso. La novela está compuesta por cartas y entradas de diario escritas por distintos narradores que sirven como protagonistas. En la película la historia comienza igual al libro con el personaje de Jonathan Harker, un abogado inglés que viaja al castillo del Conde Drácula en Transilvania. El propósito principal del viaje es dar apoyo legal a Drácula por una transacción inmobiliaria supervisada por el empleador de Harker, Peter Hawkins. Todo esto empieza a complicarse cuando Jonathan empieza a ver cosas perturbadoras sobre el Conde Drácula.
Es normal pensar que en la década de los 90 casi todas las películas utilizaban efectos especiales digitales, con los que abrían un mundo de posibilidades a la hora de querer mostrar cosas imposibles de realizar en la vida real, pero en el caso de Drácula de Bram Stoker es muy interesante ver y analizar cómo se hicieron los efectos especiales de la película, ya que la decisión de Coppola fue no utilizar ningún efecto digital, por lo que toda la producción se las ingenió para plasmar perfectamente la esencia de Drácula, además de entregarnos una atmósfera más que perturbadora, obviamente rindiendo tributo a antiguas películas como Nosferatu (1922), Drácula (1958), Drácula El príncipe de las tinieblas (1966) entre otras.
Un aspecto determinante es el contenido erótico que muestra la película, ya que por ello la censura casi le llega al film cortando las mejores partes, mostrándonos escenas espectaculares como la aparición de las novias de Drácula, la personalidad de Lucy, la obsesión y fuerte atracción por parte de Mina Murray hacia el personaje de Drácula. Todo esto sumado a la historia de amor, que es lo que diferencia en gran parte a la obra original pero también es un gran acierto para el film ya que muestra al personaje de Drácula como alguien enamorado, atormentado y totalmente convencido de lo que hace para conquistar a su amada. Del mismo modo las actuaciones por parte de Gary Oldman y Winona Ryder hacen que esa química fluya perfectamente en todas las escenas donde están juntos, destacando el vestuario, los colores, los escenarios y la puesta en escena. Una de las claves de la película es el cuidadoso montaje, el director Francis Ford Coppola siempre es exquisito en cada detalle y sobretodo en el montaje. Cada escena está hecha con genialidad y mucho talento, incluso una de las escenas la grabó con una cámara antigua. Esto para darle un plus a la escena con el contexto, fue algo que daba en clavo con la idea de Coppola.
En términos generales Drácula de Bram Stoker es una película digna de ver y sin duda es una maestría en cuanto a efectos especiales convencionales y diseño de arte. Este film está lleno de referencias, simbolismos, romance y música asombrosa. Una película que quizás este subvalorada últimamente pero es un producto cinematográfico que vale la pena por muchos factores.
