Full Metal Alchemist Brotherhood, el título de este artículo podría sonar a un verso cualquiera de un poeta medio loco y desesperado por encontrarle un rumbo a su gris vida, pero no. Forma parte de la canción “Again” (Otra vez) del grupo Yui, el primer opening del espectacular anime Fullmetal Alchemist: Brotherhood, uno de los mejores que he visto en mi vida, y que definitivamente se ha colado para siempre –y de manera inamovible- en mi personal top 5 de obras maestras de la animación.
Este shonen, por la calidad magistral en su animación, por su inusual y por ratos desconcertante trama y los giros de ésta, por el desarrollo personal de cada uno de sus personajes principales, por la gran utilidad que para la serie brindan cada uno de sus personajes secundarios –hasta el más esporádico de ellos brinda algún dato o pista de vital importancia- se ha vuelto, lo digo una vez más sin temor a equivocarme, una obra maestra moderna de la animación, una especie de paradigma a seguir en este género, un referente en la cultura friki y un anime imperdible, de esos que deberías de tomarte el tiempo, la molestia si lo quieres llamar así, de ver casi obligatoriamente si te consideras un verdadero fan de los animes y de todo este mundo maravilloso y fantasioso que son los mangas y los animes.
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La desesperación de los hermanos Elric por resucitar a Trisha, su difunta madre, los lleva a violar el principal tabú de la alquimia -antigua y mística ciencia que es, prácticamente, un personaje más en el anime, por su importancia-: la transmutación humana, lo que, traducido a palabras sencillas es el hecho de resucitar a una persona que ha muerto, traerla de las sombras perpetuas y malignas del infierno o de entre la imperecedera luz de algún paraíso de paz eterna, si es que ambos lugares señalados existen. Así, Edward, el hermano mayor, píerde su pierna izquierda y sacrifica su brazo derecho –reemplazado luego por un Automail, prótesis de alta tecnología en una sociedad que, al parecer, se encuentra ubicada en plena revolución industrial europea- para poder recuperar y sellar el alma de su hermano menor, Alphonse, dentro del primer objeto que encontró a la vista: una armadura. Luego de asumir su nueva condición, parten en busca de la piedra filosofal, objeto místico y existente en diversas mitologías que nos ha dado la humanidad desde hace muchos siglos –hasta en las nuevas y modernas historias, como en la saga de libros y películas de Harry Potter- ya que creían que era el único método de recuperar sus almas y tratar de recuperar a su difunta madre, hasta que, con el paso del tiempo, de los episodios, van madurando debido a las experiencias y contratiempos que les van ocurriendo, así como el ingreso Edward al ejército de Amestris –el país ficticio y de forma circular en el que suceden lo hechos- como Alquimista Estatal, lo que le da a él y a su hermano una nueva visión del mundo y de las intenciones, buenas o malas, de los personajes que van apareciendo en su camino.
La transición de los hermanos Elric de niños impetuosos a jóvenes un poco más sosegados – pero no por ello menos deseosos de descubrir los misterios y las conspiraciones de los eventos que le ha tocado vivir- termina de consolidar el argumento del anime -basado fielmente en el manga- como un shonen digno de aplauso, de admiración y de respeto. Los dilemas morales los hacen madurar -así como enfrentarse a villanos dignos de aplauso, vinculados a los siete pecados capitales- al menos en el caso de Edward, ir desarrallondo sus siempre presentes, pero ocultos, por Winry Rockbell, su amiga de infancia y mecánica de Automail particular. Punto aparte es el personaje Roy Mustang, el favorito para muchos fanáticos del anime. No puedo seguir expresando en palabras lo genial que este anime, así que recomiendo, de todo corazón, que algún día puedan verlo. Full Metal Alchemist Brotherhood esta disponible en Netflix de momento.
Para terminar este breve análisis –al que le falta mucho, de manera deliberada, por respeto a quienes aún, a estas alturas, no han visto el anime o leido el manga- recuerden siempre respetar la Primera Ley de la Alquimia -muy parecida a la tercera Ley de Newton (“toda acción tiene una reacción igual y opuesta”)-, la cual nos dice que “el hombre no puede obtener nada sin primero dar algo a cambio. Para crear, algo de igual valor debe perderse”. Esta es la Ley de Intercambio Equivalente. Cosa que me hace recordar las reacciones de Edward y Winry en la escena final de la serie, de la cual no hablaré más para evitar caer en el –a veces- pernicioso spoiler. Dos detalles finales: por más que Full Metal Alchemist Brotherhood sea mejor que su versión original, para mi “Melissa”, del grupo Porno Graffitti, siempre será la canción que asocie con esta serie –así pertenezca a la serie original- y, por favor, hagan un espacio en sus recargadas agendas y vean este anime. No los decepcionará.
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Me encanta leer y escribir. Amo los perros, el rock de los 80’s, Calamaro y los Rolling Stones. Abogado.